LLegó el viernes y allí se presentó.
No pensé que me haría tanta ilusión verle,
haciendo el tonto con sus compañeros, gesticulando para que le viera.
Me sentí feliz y cuando se acercó a saludarme casi me da algo,
tan guapo, tan sonriente y yo como tonta sin poder dejar de mirarle,
completamente enamorada, con el corazón acelerado, feliz!
Nadie, nadie, nadie puede hacerse a la idea de cuanto le quiero,
de cuanto le echo de menos cada fin de semana.